Lo cotidiano.
Lo vacío y lo lleno.
Desde el momento que abrimos los ojos al punto de
la mañana lo primero que vemos es un espacio, es nuestro lugar más íntimo,
nuestro dormitorio, una habitación de hotel, una tienda de campaña, una auto
caravana e incluso una caja de cartón que nos sirve de cobijo.
Desarrollando nuestra actividad diaria siempre nos
desenvolvemos en lugares (espacios), unos más grandes otros más pequeños, a
veces llenos y otros vacíos.
Los neófitos sentirán diferentes sensaciones en los
lugares llenos (sensación de agobio), y otra completamente diferente en los
lugares vacíos (soledad, desangela miento).
Nosotros deberemos de ir más allá de este
pensamiento cotidiano y donde vemos un espacio lleno, debemos ver una
oportunidad de reorganización y una mezcolanza de actividad y diseño, de este
mismo modo cuando nos encontramos en un espacio vacío sentimos la obligación de
dotar a ese espacio de cierta entidad espacial.
Como hemos citado nuestra cotidianeidad diaria se
mueve en torno a espacios, unos nos resultan agradables y otros nos resultan
aburridos y ordinarios.
Es así como Bruno Zevi, notable teórico, historiador y
crítico de la arquitectura en el siglo XX define este concepto:
"...la
comprensión del vació arquitectónico exige una distinta y más completa pericia.
quien no se afane en adquirir la capacidad para verlo y leerlo podrá formular
juicios exactos y hasta luminosos sobre la arquitectura, puesto que el
arquitecto se expresa no solo manejando vacíos, se expresa también
con el manejo de los volúmenes, de las superficies y con la grafía de las
molduras; sin embargo debe renunciar a comprender la arquitectura en la matriz
secreta de su integridad".
es el vacío el que
traspasamos una y otra vez al vivir un espacio...
El vacío
no es nada. Tampoco es una falta. En la materialización plástica juega el vacío
como un acto fundante que busca forjar lugares.( Heidegger).
Por tanto el vacío es la arquitectura. Primer enigma resuelto. Si
Heidegger afirma rotundamente que el vacío no es nada, entonces
¿qué es? Pues el vacío es arquitectura y por tanto la arquitectura es en cierta
manera lo contrario que nada, lo opuesto a la nada.
La configuración de ese vacío, una configuración hacia afuera y un
limitar hacia adentro es lo que dota de cualidades al espacio arquitectónico.
En todo caso el revestimiento de ese materializar hacia afuera irradia unas
cualidades complementarias a las cualidades intrínsecas del vacío por sí mismo.
Las cualidades primarias del vacío vendrían dadas por su forma, su
articulación, por las intrincadas relaciones entre vacíos superpuestos. Todas
las decisiones posteriores vendrían a darse de forma subyugada a estas
cualidades primarias. Hay una ventana aquí y allá para conseguir una lectura
determinada del vacío. Hay un acabado específico en ese plano, un color en ese
otro para conseguir una manera de leer lo vaciado
Debe existir, al igual que
en la física o en la escultura, un teorema del vacío arquitectónico. Sabemos
por lo cotidiano que todo vacío tiende a llenarse. Y tiende a llenarse sea o no
necesario un uso concreto, -aunque sensu stricto a ese proceso
debiera llamarse ocupación-. Una mudanza ocupa la habitación vacía y aun no
dedicada a nada preciso. Misteriosamente allí van a parar objetos, cajas y enseres
expectantes de un lugar definitivo. La arquitectura usa el vacío de un modo
intermedio y provisional. Aunque contemplado con cierta minuciosidad, ese
espacio vacío no es simplemente espacio de mero almacenaje...
“En física el vacío se hace, no está. Estéticamente
ocurre igual, el vacío es un resultado, resultado de un tratamiento, de una
definición del espacio al que ha traspasado su energía una desocupación formal.
Un espacio no ocupado no puede confundirse con un espacio vacío.” (1).
(1)
FULLAONDO, Juan Daniel, Oteiza y Chillida en la moderna historiografía
del arte, La gran enciclopedia vasca, Bilbao, 1976, pp. 21-2.
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